Cambio de temperatura

Paisaje natural de un pequeño puente de piedra cubierto de vegetación, sobre un riachuelo. En primer plano aparece la corteza de un árbol añejo. Cambio de Temperatura - Kiribil Semilla.
Puente en Central Park, New York.

En septiembre, los cambios de temperatura suceden dentro y fuera de la piel.

Los del exterior no sólo vienen determinados por el clima, sino también, por las circunstancias que comienzan a marcar un nuevo ritmo, un tempus diferente al del verano.

Para unas personas es la vuelta a la mierda de la rutina, y para otras, la vuelta a la maravillosa rutina. Temperaturas diferentes para una misma circunstancia.

Los cambios, la gran mayoría de las veces, no implican cambio de escenario, pero sí un cambio de estado. Y por estado entendemos alteraciones que implican para el ser humano cambios sustanciales en la parte física, mental y emocional.

Los hábitos veraniegos resultan insostenibles cuando el curso comienza. Y digo curso porque tanto en el mundo estudiantil, como en el mundo laboral, y por supuesto, en el mundo familiar, el curso como tal es un ciclo completo, formado por ciclos menores.

En los primeros días que nos encaminan a este cambio de estación, el periodo de adaptación es un puente en el tiempo a tener en cuenta.

Los cambios en esta época del año son bruscos y este periodo puente nos garantiza una buena y adecuada transición. Si tienes tendencia a resistirte a los cambios, este periodo es imprescindible, y si has aprendido a acomodarte en los cambios o siempre ha sido una habilidad innata para ti, este periodo es aconsejable.

En gran medida, acercarnos con consciencia a esta etapa de transición, asegura y consolida los pasos venideros, aquellos que daremos en los próximos otoño, invierno y primavera.

Este periodo, que te recomiendo implementar, tiene como objetivo ordenar aquellos elementos que definirán tu rutina a partir de ahora, y también, darte la posibilidad de ir suavemente incrementando el ritmo de tu día a día. Cuidar los cambios de ritmo, cuidar los cambios de temperatura, te permite a nivel mental, emocional y físico, adaptarte a tus reanudados quereres y quehaceres.

Habitualmente esto no se tiene en cuenta y es por eso que frecuentemente, el mes de septiembre, suele ser un periodo del año en el que más resistencias aparecen. Y con ello, el estrés, en poco tiempo, suele tocar la cumbre. Prescindir de esta etapa provoca que, en los próximos meses, el tiempo de relax y ocio desaparezca de nuestras agendas, y vivamos con un pie en el pasado haciéndole continuamente ojitos al verano.

Las etapas puente nos ayudan a situarnos en el presente y a sentir ese espacio tiempo que nos conecta con el horizonte desde la serenidad, la calma y la firmeza.

La ausencia de este puente en tu vida es una de las razones por las que te sientes vivir como un zombi en esta época del año. Y con ello, entres en fase de supervivencia para que el ser autómata, que también vive en ti, tome las riendas de tu vida, desconectándote por completo de quien ERES.

En mí, a nivel energético (y esto indica que interfiere en todo mi SER), estos cambios de temperatura, siento que, claramente, llevan implícito pasar de un estado ying a un estado yang. De un estado sostenido en el mundo de las ideas, la inspiración y la auto-reflexión, a un estado de implementación, experimentación y pura acción. Este periodo de adaptación me ayuda a girar la energía paulatinamente, pasando liviana y conscientemente de una energía de contracción a una energía de expansión.

Durante el verano, ahorrar energía, prescindiendo de la acción, explosiva y constante, me ayuda a llevar con alegría las altas temperaturas que asoman, desde todas las coordenadas, en el lugar donde vivo.

Y ese ahorro externo hace eclosionar mi imaginación, que la inspiración fluya y que mi sistema energético al completo se resetee. De forma “involuntaria” mi energía se predispone a soltar y desechar lo viejo y obsoleto, a restaurar los efectos secundarios del curso anterior, a limpiar y sanear memorias celulares que ya no suman en mi práctica humana.

Un método de compensación consciente al que me entrego tras comprobar año tras año los buenos resultados que me proporciona.

Y con los resultados en la mano, te invito a que te alinees a los ciclos circadianos, para ser una persona decente (como dirían las amonas, las abuelas) al día siguiente. Para que ese madrugón diario no te arrastre al automatismo.

Te invito a que respires el presente y busques entre sus rincones momentos de placer y disfrute desde el más pequeño detalle. Para que dejes de caminar como un zombi entre el pasado añorado y el futuro ansioso. Pues con un pie a ambos lados del presente lo que provocarás es elevar la intensidad de tu agobio.

Te invito a que implementes tu propio sistema de recompensa. Para prender la mecha de la motivación en torno a esas acciones que tienen como finalidad obtener tu horizonte deseado.

La motivación es la clave para los inicios, pues sin ella  el camino se convierte en un desierto sin oasis.

Forma parte del proceso interno que, a nivel externo, nos ayuda a movernos en dirección a una recompensa o un objetivo determinado. Nos ayuda a implementar unas o varias conductas según los deseos o necesidades que tengamos.

El fin último de la motivación está en la obtención de una recompensa, aportándonos claridad meridiana para tomar unas u otras decisiones, según nos acercamos o nos alejamos al horizonte prometedor.

La motivación se encuentra presente en las elecciones que tomamos, aunque nos sintamos desconectada de ella, pues la motivación es una chispa de vida. Es lo que provoca que tu motor se ponga en marcha, es la acción que haces  cada día al girar la llave y poner en marcha tu coche. Pero sólo con encenderlo el coche no se mueve, desconoce la dirección. Así pues, la motivación está dentro de ti, pero sin el resto de elementos que te aportan información sobre el camino a recorrer, ésta no sirve de nada.

La motivación es prometedora pero no concluyente.

Es más, sin el resto de elementos la motivación te hace perder energía a lo tonto, porque no habrá ninguna acción que la acompañe que te permita revertir la inversión de energía empleada.

La motivación que nos mueve hacia la obtención de una recompensa, será mayor cuanto mayor sea la necesidad del organismo. La iniciación de una conducta determinada para cubrir una necesidad básica es espontánea en el ser humano. No necesitamos motivarnos para comer o dormir.

Pero, para todas esas recompensas que se encuentran por encima de la línea de los imprescindibles para sobrevivir, debemos de provocar a nuestro sistema con una recompensa prometedora y tentadora, para que esta chispa de vida se vea recompensada y tus esfuerzos invertidos, para alcanzar lo que deseas, también.

Podemos medir la cantidad de motivación que tenemos a partir de la cantidad de trabajo que estamos dispuestas a realizar, y realizamos, para alcanzar un objetivo.

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